15 de octubre de 2011

Mi yo nocturno incompatible

A lo largo de mis años de universidad comprendí, o mejor dicho comprobé, que no se rinde igual cuando duermes menos durante la noche. Da igual que compenses las horas en la siesta, es decir, que no se rinde lo mismo si duermes cinco horas por la noche y tres de siesta que si duermes por la noche de un tirón las ocho horas famosas. Pero esto en la Uni me importaba poco o nada la verdad.


Si un día tienes más sueño, pues echas menos cuenta, te quedas dormido o, simplemente, te vas a la cafetería, ya que, al final de los finales, es estudiarte lo necesario para aprobar el examen y poco más. Pero en el Máster es diferente. Aquí tienes y necesitas estar atento, ya que sabes que lo que te están contando lo vas a necesitar, y la información que te están dando, va a serte útil en tu vida profesional.

Por esto, mi yo nocturno es incompatible con mi yo estudiante aplicado. Y como solo durará un año y puede determinar donde acabe trabajando, voy a romper esta dinámica. Salvo casos excepcionales, voy a darle a la 1a.m. a apagar el portatil y a la cama. Dé más o menos vueltas en el sobre (como diría Pakito).

El problema son los días de descanso, que te levantas a las tantas y luego no hay forma de dormir a una hora decente, pero bueno, el salir menos y el levantarme temprano en fin de semana es otro propósito para cuando tenga la capacidad de dormir a horas normales durante un mes.

9 de octubre de 2011

Diario de un "Triatlonero" (Por José David)



Triatlón de Málaga 08/10/2011




¡Vaya día el que pasamos ayer en el Triatlón de Málaga!

Decidí apuntarme y poco después se lo dije a Adrián y se apuntó conmigo. El día empezó chungo, porque después de toda la semana resfriado, el día que peor me levanté fue ayer, con muy mal cuerpo y la sensación esta de que la cabeza te retumba, fatal. Pero me dije: “¡Qué coño! Ya he pagado y voy a ir sí o sí”. Salimos de aquí mi hermana y yo sobre las 11 y pico camino de casa de Adrián. Mientras montamos el portabicis y repostamos, íbamos un poco más tarde de la cuenta, algo que después nos pasaría factura (¡y de qué manera!).

Llegamos, montamos la bici de Adri, y salimos para allá. El GPS nos dijo que habíamos pasado el límite de velocidad como 15 veces en todo el camino.

- ¡Que ya lo sé, cállate un rato mujer!.

Y aquí empezaron los problemas. No veas la que liamos para llegar a la dichosa Playa de la Misericordia, perdiéndonos un par de veces y preguntando a la gente. Hasta que vimos a un tío montado en una bici (que tenía muy buena pinta la bici, por cierto). Le pitamos 2 ó 3 veces pero el tío como si nada, pensando que le estábamos cediendo el paso. Hasta que en un semáforo, Adri baja el cristal y ya le pregunta.

- Yo voy para allá, seguidme si queréis.

- ¡Vale tronco!

Le seguimos. Parecía que iba despacio, pero el tío iba a 30 y tantos km/h sin inmutarse. “Madre mía, este me gana seguro”. Llegamos y el chaval nos dice,

- Aparcad ya por aquí.

Bueno. Aparcar era poco menos que misión imposible allí, estuvimos dando varias vueltas hasta que vimos que no iba a dar tiempo de soltar las bicis, así que decidimos dejar el coche en doble fila, que Gema se quedara dentro y dejar nosotros las bicis allí. Recogemos los dorsales y vamos a soltar las bicis. Íbamos tarde. Los acoples de mi bici cumplen la normativa, perfecto. Pero la chavala que había allí se da cuenta de que uno de los tapones del extremo del manillar no estaba, y me dice que no me podía dejar pasar allí, eran las normas.

- ¡No me jodas! 3 horas de coche para esto…

- Ponle un clínex y cinta aislante, que la tía de los dorsales te lo da…

¡Señor, sí, señor! Finalmente ponemos la bicicleta en su sitio, pero no habíamos caído en una cosa. En la zona de transición hay que dejar TODO lo que vayas a usar para competir, y ya no se podía entrar más allí.

- Illo Adri, ¿tú corres con los zapatos que llevas puestos?

- Yo sí, ¿y tú?

- No traes otros, ¿no? Yo tampoco.

Y teníamos que dejarlos allí, así que ¿qué hicimos? Pues fácil: irnos de allí descalzos. Yo me quedé en calcetines, pero Adrián fue totalmente descalzo, ahí, a pelo.

A todo esto, recordemos que eran como las 16.00, corríamos en una hora y aún no habíamos comido. Habíamos visto un Burger antes de llegar al sitio, pero teníamos prisa, teníamos que aparcar y soltar las bicis. Yo lo sentí un poco por mi hermana, que sin tener nada que ver estaba allí la pobre muerta de hambre jejeje. "Perdón Gema".



Total, salimos descalzos y buscamos un sitio donde comer. El camarero de un restaurante que había allí al lado nos termina de hundir.

- La cocina está cerrada, igual que todos los restaurantes que hay por aquí. 

De puta madre. Y al final el tío le suelta al Adri,

- Hay un Burger King a un rato andando para allá, pero… ¿tú vas descalzo, no? (Ahí, restregándolo. Al final nos dice) Hay un bar de tapas cruzando la calle, y allí comemos, unos 20 minutos antes de la carrera.

Nos vamos a la orilla, a calentar un poco. Me meto en el agua, y le digo a Adri,

- ¿Tú no te metes?

- Ve yendo tú, que ahora yo ya si eso...

Empezamos la carrera, Adri y yo nos deseamos suerte, y salimos. Le vi salir corriendo por la orilla a codazos, y digo, “yo me voy a quedar por aquí, y ya veremos qué pasa”. Nadé casi todo el rato a braza, que voy mucho más cómodo. Había olas de unos 4 ó 5 metros de alto. Salgo del agua y veo a mi hermana animándome. Empiezo el tramo de bici, en el que me encontré muy cómodo. Todo el tiempo a 33-34 km/h, y con la sensación de estar guardándome algo para ir más o menos cómodo en la carrera a pie. Alcancé a Adrián, que había salido del agua antes que yo.

- ¡Pégate!.



Lo intentó, pero con tal diferencia de bicicleta, era poco menos que imposible. Acabé la bici, con una media cercana a los 31 km/h incluyendo el tramo en el que vas corriendo con el manillar de la bici en la mano, llevándola hacia el box. De lujo. Empiezo a correr, y empieza esta sensación de bajona y dolor en los gemelos de cuando dejas la bici y empiezas a correr. Afortunadamente, duró menos que en Sevilla 2010. Cogí mi ritmo pronto, y acabé con un local que me agradeció que le “hiciera de liebre”.

- Macho, si ves mi ritmo bueno, mal vamos ¿sabes?.



Entré en meta y poco después vi a Adrián, que había hecho 45’50’’, creo recordar. Yo aún no sé mi tiempo porque, esa es otra, en la salida me di cuenta de que había olvidado el cronómetro en el coche.

Pero bueno, acabé bastante contento con mi actuación. Y para culminar, nos fuimos a cenar a Dos Hermanas.
¡Gran día!