24 de mayo de 2012

Mi yo deportista I

Dentro de las cosas que debo agradecer a mi primo (tampoco son tantas que se pone mu pesao :P), la que tengo más presente en el día a día, es la de correr. No sin esfuerzo, consiguió que me pusiera los deportes, me atara los cordones y saliera a correr los días que, por temas de calor (el mayo pileño puede llegar a ser realmente caluroso) o tiempo, no pudiésemos coger la bicicleta o no pudiera quedar con JD para echarnos un tenis.



Los comienzos fueron verdaderamente arduos. El primer reto era superar los 15 minutos (pasar de la piscina) y de ahí en adelante todo lo que pudiera ir mejorando a diario. Sí, pero MUY despacio. Durante el verano pasaron semanas en las que sólo corría los sábados y, por lo tanto, el progreso era nulo. Estaba estancado.

El verano pasó con más pena que gloria, recorriendo una y otra vez el carril bici, esprintando antes de llegar y acabar yendo al botellón con las piernas reventadas (nada que 3 copitas de barceló no solucionen...). Pero alcanzando una constancia que acabaría agradeciendo algún tiempo después.



Nadie, ni tan siquiera yo mismo, confiaba mucho en que una vez llegado a Madrid fuera a continuar con mi entrenamiento. Para no ponerme muy pesado, además de para que me dé para otro post, la parte madrileño-deportista la dejaré para otro día.