14 de junio de 2012

De Matalascañas a Massachusets

La verdad es que el título está escrito con más ilusión que veracidad ya que, aunque a día de hoy estoy en Boston (MA), me gustaría poner este título el día que me venga a vivir aquí, a esta maravillosa ciudad, con playa, zonas chulísimas para hacer deporte y, sobre todo,  donde se valora la optometría como profesión verdaderamente sanitaria.

Cuando terminaba el instituto y pensaba que era lo que quería hacer con mi vida, las físicas eran la parte más atractiva de la oferta universitaria pero, entre otras cosas gracias a que mi madre tenía ya la óptica, me decanté por una carrera que me aportara trato con el público y que además tuviera una vertiente física que me satisfagera.

Conforme me he ido formando, me he dado cuenta que lo que me atraía de la física, los problemas-puzles (House ya te echo de menos), son aun más divertidos y gratificantes cuando nos enfrentamos al ojo humano, no solo porque son puzles complejos en sí (que también), sino por todo lo que hay detrás del sistema visual, la propia persona.

Poco a poco he ido amando esta profesión y, casi al mismo ritmo, he ido odiando cómo se desempeña la misma en España. El 95% de los optometristas se meten en una óptica a "vender gafas" (cosa que respeto enormemente) y como no se cobran las graduaciones, todo el trabajo tiene que ir metido en el precio de las gafas.

Por eso sueño con salir de España. Sinceramente me encanta mi país, me lo paso de lujo con mis amigos y estoy más cómodo con mi padre haciéndome la comida, pero no me puedo conformar con eso. Me niego a conformarme. Éste no puede ser mi límite superior. Probablemente tardaré un tiempo en conseguirlo, pero espero más pronto que tarde, tendréis que visitarme en Reino Unido, USA o, como sueño lejano, Australia.